Tuesday, September 26, 2006

De Joaquín López Dóriga

“El martes de la semana pasada hablaba en Radio Fórmula de los riesgos que veo con Marcelo Ebrard en el Gobierno del Distrito Federal, a lo que correspondió el miércoles con una civilizada llamada telefónica y otra el jueves al mediodía, a la misma hora en que unas 200 personas, encabezadas por quien es el principal integrante de su equipo de transición, Martí Batres, presidente del PRD local, llegó a las instalaciones de Televisa para intimidar, insultar, calumniar; para continuar con el linchamiento que por semanas hicieron desde el Zócalo contra un grupo de periodistas cuyo pecado, para ellos, puros que son, es no decir lo que quieren escuchar. Esta expresión intimidatoria y violenta de Batres acompañado de Panchos Villa y Panteras, es señal del diluvio que viene con Ebrard al frente del GDF y Batres como su brazo, ofensiva que darán ya con el poder del gobierno y los procedimientos ilícitos de escuchas, grabaciones y seguimientos, hostigamientos, en los que no se respetará nada: ni vida privada, ni los derechos elementales a disentir, a la libertad de expresión.”

“Lo del jueves de la semana pasada, con Batres, El Tíbiritabara, Jesusa la animadora, y Fernández Noroña, con aquellas 200 personas, es una expresión pequeña pero clara de su intolerancia y su violencia; de su desprecio a la libertad de pensar diferente; de su desdén por los demás; de su violencia; de su obsesión por el linchamiento, los juicios populares en la plaza y el poder. Ese es Martí Batres y esos sus métodos; esa su verdadera cara. Pese a lo anterior, le decía entonces de este operador de Ebrard y de AMLO, lo que hoy les reitero: no me va a intimidar ni amedrentar; ni él ni los suyos. Y si es verdad lo que Ebrard me dijo por teléfono sobre el respeto, lo emplazo a desmarcarse públicamente de estas manifestaciones. De no hacerlo, como no lo ha hecho, entenderé que él es el operador de los ataques.”

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