Sunday, June 22, 2008

¿El fin de Marcelo?


Una de las ideas centrales del fascismo es la de que “todo es posible”. En este sentido, de alguna forma extraña, la política mexicana -o los políticos mexicanos- han asumido esta idea fascista de que TODO ES POSIBLE. Algunos ejemplos podrían ser la reciente reforma electoral que da a las autoridades electorales la posibilidad de censurar a los medios de comunicación, inclusive a los partidos políticos, como lo hemos visto recientemente, cuando el Instituto Federal Electoral ha sancionado al Partido Acción Nacional por llamar violento al Partido de la Revolución Democrática y pocos días después sancionó a éste por llamar Presidente Legítimo a Andrés Manuel López Obrador.

Otro ejemplo podría ser la forma en que, al mismo tiempo que se expiden leyes que garantizan la igualdad y la no discriminación absoluta a ninguna persona y se consagra esta no discriminación en nuestra Carta Magna, los diputados tanto locales como los legisladores federales han implementado diversas leyes que prohíben absolutamente no sólo el fumar en lugares cerrados sino que comercios establecidos formalmente puedan expedir cigarros y cigarrillos.

“Todo es posible, para nosotros los hombres del poder, todo es posible: te decimos dónde fumar y donde no, qué vender y que no, qué decir y qué pensar”. Ante el Gran Prócer Político, ante el Gran Legislador, el ciudadano mínimo.

En este sentido las autoridades del Distrito Federal, desde el inicio de la presente administración, y podríamos remontarnos a varios años atrás también, han decidido decirnos a los ciudadanos como divertirnos. Así, han implementado los cierres y las clausuras e inclusive las expropiaciones de los locales donde estos centros de diversión no autorizada proporcionan sus servicios.

En un exceso de fuerza, cientos de granaderos y policías armados acudieron a un lugar donde se divertían niños y adolescentes de entre 13 y 17 años en una tardeada. Con lujo de violencia, al parecer usando gases lacrimógenos provocaron la tragedia que ha costado la muerte de al menos 15 personas. De esos 15, al -12 eran menores de edad. No sé si en el lugar se vendían o consumían drogas. No sé si se vendía o no se vendía alcohol a los menores. Lo que existe es que no se puede usar esa violencia descarnada, esa falta de preparación para atacar la criminalidad. Debió haberse hecho una investigación previa, donde se detectara si en verdad se vendían drogas en ese lugar o si en verdad se vendía alcohol a los menores y proceder a su clausura. Detener a los traficantes si era necesario. Pero no se puede mandar a un cuerpo de granaderos a detener a 200, 300 o 500 jóvenes “a ver que encontramos”.

Es como si a la salida del Estadio Azteca la Secretaría de Hacienda detuviera a los 110,000 asistentes y les pidiera su cédula de identificación fiscal y verificara si tienen o no adeudos fiscales y dejara ir a los que no y detuviera a los que sí.

El sociólogo alemán Max Weber, definía al Estado como aquella entidad que tiene el monopolio en el uso legítimo de la violencia. Hoy vemos, de forma clara y brutal, la pandilla de delincuentes que gobierna el Distrito Federal tienen el monopolio en el uso de la violencia. Pero su monopolio no es legítimo, porque usan la fuerza para amedrentar a la ciudadanía, usan la fuerza para decirle al ciudadano que todo es posible. Pretenden acabar con el ciudadano, y su primer paso es crear ciudadanos mínimos.

Como sociedad debemos actuar, debemos decir nuevamente ya basta. Debemos recuperar el espacio de la soberanía de los ciudadanos y recordarle a quien hoy ocupa el gobierno del Distrito Federal que está para servir a la ciudadanía. Que no podrá ganar en su esfuerzo por crear una sociedad de ciudadanos mínimos sin derechos.

Los hechos del viernes pasado no deben quedar impunes, debemos exigir la renuncia de Marcelo Ebrard.

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