Thursday, October 05, 2006

¿Cultura para el DF?

Escalera al Cielo / ¿Cultura para el DF?


Sergio González Rodríguez

En los últimos años de gobierno del Partido de la Revolución Democrática, la Ciudad de México ha tenido una gestión de la cultura confusa y clientelar.

Estos dos atributos han llevado al Gobierno capitalino a mezclar, bajo el rubro cultural, lo mismo la asistencia social que los artistas del show business, o los actos multitudinarios con el patrocinio a festivales de alta cultura.

En fin que, desde una perspectiva que busca sacar réditos políticos de la población más que otra cosa, el término cultura es tan vago que acaba por diluirse su sentido en múltiples provechos de interés partidario.

Y no es que se carezca de programas al respecto, que el propagandismo gubernamental y sus voceros se cansan de publicitar, sino que éstos carecen de otra estructura que no sea a final de cuentas el destino electorero, la formación de bloques de apoyo de grupos, gremios, artistas e intelectuales, y abajo de ellos, sus públicos virtuales.

Todo aquello bajo una bandera que se dice de "izquierda", pero que se emparenta más con el populismo y la demagogia.

Mientras, la ciudad adolece de muchos contrastes en la distribución de bienes, servicios y mercancías culturales, al haberse fetichizado su parte céntrica.

Resulta conveniente guardar en la memoria estos hechos cuando se les confronta con las promesas electorales en cuanto al tema "Cultura y medios" del jefe de Gobierno electo, Marcelo Ebrard, a saber: "se organizará un amplio movimiento cultural. En el primer año de Gobierno queremos duplicar el presupuesto de cultura, cuando menos. Y después, la inversión que tengamos disponible podremos multiplicarla por tres, si logramos sumar el presupuesto de las delegaciones al mismo movimiento cultural, más lo que podamos aportar adicionalmente" (Cf. Roberto Ponce, "Marcelo Ebrard en el debate cultural por el DF", Revista Proceso, 21 de mayo de 2006).

Asimismo, el funcionario declaró que habrá escuelas de cine en barrios, cinco fábricas de artes y oficios; estaciones de radio para grabar música y trasmitir por red digital; un programa editorial masivo; un canal de televisión capitalino; un Centro de Experimentación Contemporánea (whatever that means) y el Ateneo de la Ciudad.

Todo será posible por la creación de un Fondo para la Cultura con "fuentes de ingreso independientes al presupuesto anual con nuestra política al ingreso" (ibid). Si bien se entiende, se habla de impuestos a los causantes cautivos.

El ambicioso proyecto de Marcelo Ebrard decía contar en el mes de mayo con el apoyo de 38 figuras públicas, e instaló un "Consejo Ciudadano para la Ciudad de México", que recupera una figura que en los gobiernos perredistas en el Distrito Federal ha sido ejemplar, una confluencia de gente talentosa a la que se convierte, por obra y gracia de la ideología de presunta izquierda, en lo que Jesús Silva Herzog-Márquez tan bien describió: los intelectuales florero.

Si esta circunstancia habrá de repetirse, y veremos a los miembros de dicho Consejo como meras piezas de ornato o activistas de una causa electoral futura, en este caso, el predecible lanzamiento presidencial de Marcelo Ebrard para el 2012, es algo que está por verse, desde luego.

Y acaso ninguna nube de sospecha empañaría el cielo azul de las promesas electorales, si no se atravesara la impertinente realidad de todos los días y los verdaderos móviles de nuestra clase política, en cuyo pragmatismo la palabra cultura es una tapadera de lo confuso y lo clientelar.

Basta con revisar el núcleo duro de colaboradores que ha agrupado a su alrededor en esta hora transicional Marcelo Ebrard: Dolores Padierna, esposa de René Bejarano, que colaborará en las actividades de Desarrollo Económico y Empleo; Miguel Bortolini, sancionado por la Contraloría General del DF por realizar proselitismo indebido a favor de Ebrard, que estará en la comisión de Servicios Urbanos Eficientes.

También Javier Hidalgo, protagonista de los bloqueos en el Centro Histórico y la Avenida Reforma. Y, por si fuera poco, los golpeadores Luis Bravo "El Tíbiri Tábara" y Alejandro López Villanueva "El Grandote", líder del Frente Popular Francisco Villa y de taxis irregulares, que aparecen ni más ni menos que en la comisión Capital Cultural en Movimiento (cf. Miriam Castillo, "Al dream team de Ebrard...", La Crónica, 21 de septiembre de 2006).

El juego está clarísimo acerca de qué entiende por cultura el nuevo Gobierno y qué por movimiento cultural.

Habrá que insistir: el problema de fondo no es la aportación programática ni los candidatos para los puestos, sino la falta de validez de los principios o fundamentos de por medio.

elangel@reforma.com

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