Saturday, January 06, 2007

En el DF danzan varios millones

EDITORIAL DE EL UNIVERSAL
6 de enero de 2007

La Asamblea Legislativa del Distrito Federal hizo reajustes por 250 millones de pesos al proyecto de presupuesto de egresos sometido a su consideración por el jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, pero la Gaceta Oficial ¡no los registró! dando por buena la solicitud original, evidencia, si acaso hiciera falta alguna, del escaso profesionalismo en un cuerpo legislativo que no está a la altura de la complejidad de la ciudad que pretende representar.

Obviamente, el presupuesto válido es el reajustado, y todo terminará previsiblemente con una fe de erratas de la Gaceta Oficial y la sanción correspondiente para el editor responsable, más confiado en la autocomplaciente tradición de pasar sin observaciones lo que mandaba el Ejecutivo que atento a las nuevas circunstancias.

En efecto, la Asamblea de mayoría perredista, desde hace casi una década, solía acompasar su tarea a las necesidades e intereses del jefe de Gobierno del Distrito Federal. Sin embargo, las perturbaciones postelectorales y la inconformidad con el reparto de cargos en el Gobierno ha acentuado las diferencias y fricciones entre las tribus del Partido de la Revolución Democrática, como ellos mismos se autoproclaman, con crítico ánimo descriptivo.

Los recortes de la Asamblea, que no salieron publicados, pegan directamente a la coordinación de asesores de Ebrard, que se verá en la necesidad de reducir su personal de 33 a 22, una tercera parte menos, y afectan también a dieciséis organismos autónomos, así como a las secretarías de Gobierno y de Desarrollo Social, y se cuestionan las propuestas secretarías de Educación y de Protección Civil.

Los asambleístas actúan en medio de lealtades encontradas, a su partido y a su grupo, resentidos con el gobierno local y maltrechos por la secuela postelectoral, pero ¿qué culpa tiene la ciudadanía?

Es tiempo ya de configurar una operación profesional dentro de la Asamblea del DF que se concentre no en convertirse en caja de resonancia de peleas internas del PRD, sino en resolver los múltiples problemas de la capital del país.

Superar a fondo la situación requiere mucho más que la buena voluntad de los legisladores. Ellos pueden eventualmente convenir en modos de coexistencia pacífica, pero la estructura política de la entidad presenta fallas de diseño.

Es la ciudad más poblada, rica y compleja del país, pero su cuerpo de representantes y su jefe de Gobierno están supeditados al presidente de la República y al Congreso federal en multiples formas, pues éstos deben ratificar desde los nombramientos del procurador general de Justicia y del secretario de Seguridad Pública, hasta los límites de endeudamiento, por ejemplo.


Hay que hacer un diagnóstico general de la situación política del Distrito Federal y encuadrarla en un proyecto de reforma que nos saque a los capitalinos del estatus de ciudadanos de segunda clase en la República.

Replantear el trabajo dentro de la Asamblea sería un primer paso, hacerla más ejecutiva, dotarla de soporte técnico y obligarla a ser menos complaciente con sus errores, como el de la Gaceta. En el mediano plazo habría que analizar el convertir al DF en un estado en toda forma, con una parcela reservada a la sede de los poderes federales.

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