Monday, August 13, 2007

Ebrard, el cremoso

Juan Ciudadano
13 Ago. 07

Marcelo Ebrard trabaja en su imagen de gobernante moderno, de Alcalde que orienta a su ciudad al futuro.

Habiendo estado en su silla, hasta hace muy poco, el "mesías tropical" (como lo apodó Enrique Krauze), alguien para el que tomar ideas del extranjero era una especie de traición a su espíritu juarista, buscar el contraste es un acierto.

El nuevo Jefe de Gobierno ha ido palomeando, uno a uno, los temas que le permiten ser visto como político "de mundo".

Marcelo Ebrard quiere ser verde como Al Gore; ser duro con los maleantes como Rudolph Giuliani; quiere construirle a la ciudad un símbolo, como a Bilbao le pusieron su Guggenheim, y hacer consultas públicas, pues ¿qué no es así como los americanos deciden sobre el español en las escuelas, los casinos o establecer vouchers educativos?

¿Qué más podemos pedir?

Algo de sustancia. Nada más.

Si va en serio su decisión de ser la cabeza de la izquierda moderna en México, no bastan los golpes de fachada. No se puede ser verdaderamente de izquierda cuando al ciudadano se le niegan, regatean o burlan derechos fundamentales frente al Estado.

Sea en el tema de la inseguridad (y colaterales), la corrupción o la obra pública, la Ciudad de México tiene autoridades que esconden información, que trabajan de espaldas a la ciudadanía. Y aquí no se trata de compararlo con las urbes modernas. El DF es opaco incluso para parámetros mexicanos.

Obra pública

En ninguna otra entidad del País hay tantas pruebas de un Gobierno que se resistió tajantemente a la apertura informativa, a abrir la más mínima rendija de vigilancia, que cuando la administración de López Obrador construyó el segundo piso para el periférico.

Sobre los segundos pisos se pidieron proyectos, contratos y facturas. Las respuestas fueron evasivas, demoras y entregas parciales de información.

El antecesor de Ebrard fue, por un lado, dadivoso y capaz de sacar adelante obras de infraestructura importantes, pero no movió a su Gobierno ni un milímetro hacia delante en lo que a la gobernabilidad democrática se refiere. Un gobernante a la antigua.

Una izquierda moderna -no paternalista- pasa por romper con este pasado.

Seguridad

La seguridad pública y la procuración de justicia integran otra área en la que el Gobierno de la ciudad apostó el sexenio pasado por las políticas más reaccionarias y contrarias a la rendición de cuentas. Se ha analizado muy poco lo profundamente autoritario que fue el Gobierno de López Obrador en este rubro.

Está, por ejemplo, la política de las "cuotas de consignación" todavía vigente, en la que cada agente del Ministerio Público es "invitado" a detener a cierto número de presuntos delincuentes por semana.

Exigencia ante la cual los MPs son orillados a responder cínicamente: "¿Quieren consignaciones? ¡Les damos consignaciones!".

El resultado ha sido, efectivamente, más detenciones, también mayor sobrepoblación en las cárceles, pero mismos índices de delincuencia e idéntica percepción de inseguridad. Y, lo más grave, la violación sistemática de derechos humanos.

La defensa de las garantías individuales está en el corazón de cualquier Gobierno verdaderamente de izquierda. Lograrlo pasa necesariamente por poner el trabajo de procuración de justicia en una vitrina.

Un delincuente lo es cuando el MP recaba pruebas contundentes y las defiende oralmente frente a un juez y frente al público.

Hasta la fecha, Marcelo Ebrard no ha hecho nada en concreto por moverse de una política de seguridad autoritaria e ineficaz a una que defienda los derechos humanos y ofrezca resultados.

Órgano de transparencia

La Ciudad de México, a pesar de los desplantes publicitarios del Jefe de Gobierno, sigue tan reprobada en materia de transparencia como lo estaba con la administración que lo precedió: incumple con lo que debiera estar disponible todo el tiempo en internet, arrastra los pies (en el mejor de los casos) con las solicitudes de documentos y, al final, nadie es castigado por negar información.

La evaluación más reciente que hizo InfoDF -el propio órgano de transparencia local- del Gobierno de la Ciudad arroja los siguientes resultados: la administración central (el ámbito más cercano a Ebrard) reprueba con 58 puntos de 100, las delegaciones reprueban con 56.6 y los órganos desconcentrados y paraestatales reprueban con 59.8.

¿Ebrard, la Izquierda moderna? Todavía no.

Correo electrónico: juanciudadano@juanciudadano.com

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