Sunday, August 12, 2007

Amarillo deslavado

El futuro del PRD. Marcelo Ebrard encarna el principal capital político del PRD; sin embargo, llega al Congreso Nacional sin alianzas sólidas, atrapado en la lucha de corrientes y sin el rango de consejero

Manuel Durán y Ariadna Bermeo

(12 agosto 2007).- La mañana del 26 de mayo todo estaba listo para que Marcelo Ebrard jurara como consejero estatal del PRD.

Era el paso esperado por el jefe de Gobierno para ponerse de lleno la camiseta amarilla del perredismo, y disipar en definitiva los recuerdos de su pasado priista y los regateos a su nueva militancia.

La agenda del Consejo citado en el Salón Covadonga de la colonia Roma preveía que el jefe de Gobierno leyera un discurso y protestara como consejero.

Pero el único líder de corriente que llegó a la cita fue René Arce, de Nueva Izquierda, el único grupo que no tiene alianza con Ebrard.

Ante las ausencias de las corrientes que apoyan a Ebrard, el secretario de Gobierno del Distrito Federal, José Ángel Ávila, convocó a Arce a una reunión privada en la cual pidió un favor: "Registra a tus consejeros y ayúdame a hacer quórum", le dijo.

El líder de Nueva Izquierda en el Distrito Federal se negó. El argumento fue que había porristas para Ebrard, quienes jugarían el papel de provocadores cuando tomara el micrófono el líder de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, Víctor Hugo Círigo, también integrante de Nueva Izquierda.

Llegó el mediodía y, ante la ausencia de consejeros de las corrientes afines a Ebrard, el presidente del PRD capitalino, Ricardo Ruiz, tuvo que suspender el Consejo, prometiendo convocar a la brevedad.

Tras dos meses, el mandatario capitalino continúa en su calidad de militante y así, sin la insignia de consejero perredista, llega al Décimo Congreso Extraordinario del partido.

Su camiseta en el Congreso no es del amarillo intenso que se esperaría para el jefe del gobierno que representa el capital político más importante del PRD.

Rehén de corrientes

Los intentos de Ebrard por tener un representante absolutamente leal en la dirigencia del partido no han fructificado.

Alejandro Rojas Díaz-Durán libra todos los días una batalla por posicionarse en la filas perredistas. Pero el ex priista, camachista de toda la vida y uno de los personajes más leales a Ebrard desde los años noventa, hoy sólo es uno más de los 35 congresistas afines al jefe de Gobierno, como parte de la corriente "Movimiento Entre Ciudadanos" (MEC), siglas que coinciden con las de Marcelo Ebrard Casaubón.

Desde el proceso de transición, Ebrard encomendó a Rojas Díaz-Durán incrustarse en el PRD. Primero buscó ser secretario general del PRD-DF en un proceso que abortó ante la falta de acuerdos y la salida de su presidente, Martí Batres.

Cuando López Obrador intervino para poner orden, Ricardo Ruiz fue designado presidente local y Carlos Reyes Gámiz secretario general.

Rojas Díaz-Durán se había conformado con la cartera de prensa y propaganda, pero tampoco eso pudo amarrar.

Hoy, Rojas Díaz-Durán forma parte de una estrategia para que las corrientes afines a López Obrador consigan la dirigencia nacional perredista, con Alejandro Encinas como candidato. El camachista se apuntó en el sitio dos de la planilla que encabezó Encinas para la elección de consejeros rumbo al Décimo Congreso Nacional.

Un colaborador del primer circulo de Ebrard, quien prefirió el anonimato, afirma que uno de los objetivos del jefe de Gobierno es consolidar al partido, lejos de fracturarlo o abandonarlo.

Para ello, se busca convertir al gobierno de la ciudad en un referente nacional de cómo gobierna el PRD.

"La izquierda en la Ciudad es el PRD, hay que cuidarlo, estar de su lado, y nosotros queremos estar de ese lado", señaló.

Este funcionario asegura que Ebrard avanza en posicionar su imagen dentro del partido, pues en la elección de consejeros, donde sólo votaron militantes, tuvo la misma aceptación de cuando ganó la candidatura, cuando votó la ciudadanía en general.

Pero reconoce que las tribus les han fallado, pues operan bajo la lógica de que "las facturas se pagan siempre y no sólo una vez".

Otro factor en contra de Ebrard es la composición de la bancada perredista en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal donde los "chuchos" son mayoría, empezando por su líder, Víctor Hugo Círigo.

Esto hace que, a pesar de que el PRD es mayoría absoluta en la ALDF, cada iniciativa del jefe de Gobierno tenga que ser negociada y muchas veces rechazada por los diputados locales de su partido.

En opinión de Carlos Reyes Gámiz, secretario general del PRD-DF, a Ebrard le falta construir un liderazgo que se sobreponga a las corrientes del partido, como lo hicieron en su momento Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador.

Para otros perredistas, como el diputado local Isaías Villa, hasta ahora Ebrard gobierna sin partido, en una "fría relación política" con el PRD.

Gobierno camachista

Un elemento que se le reprocha a Ebrard en las filas perredistas es su círculo cercano, pues no todos los funcionarios de primer nivel en el GDF provienen del partido, sino del priismo y más específicamente del camachismo.

A seis años de perder el registro, los fundadores del desaparecido Partido del Centro Democrático encontraron en el gobierno capitalino un espacio para reagruparse, y hoy ocupan cargos claves en la administración de Ebrard, quien fundó el PCD junto a Manuel Camacho Solís.

El actual secretario de Gobierno, José Ángel Ávila, fue representante del PCD ante el Instituto Federal Electoral en el 2000, siendo Camacho candidato presidencial.

Ignacio Vázquez Torres, actual coordinador de Proyectos Estratégicos, fue delegado en Cuauhtémoc cuando Camacho era regente del Distrito Federal.

En un área crucial para Ebrard, el ahorro de energía, fue nombrado Jaime Arceo, quien como asambleísta en 1991 era la voz de Camacho en ese naciente órgano legislativo de la ciudad.

Mario Delgado, secretario de Finanzas, administraba los dineros del PCD, junto con Ramón Montaño, actual oficial mayor del GDF.

Alejandra Moreno Toscano, autoridad del Centro Histórico, es considerada la "madre política" de Ebrard, pues lo arropó cuando era secretario de Gobierno con Camacho y ella coordinadora de Asesores.

La consejera jurídica, Leticia Bonifaz, y Héctor Antuñano, director general de Gobierno del Distrito Federal también formaron parte del PCD.

El actual secretario de Seguridad, Joel Ortega, es el más perredista de este grupo. Milita en el partido y ha ocupado cargos con Cuauhtémoc Cárdenas, Rosario Robles y López Obrador. Pero tiene sus orígenes en el camachismo. Fue director general de Autotransporte Urbano en el gobierno de Camacho, fundador del PCD y en el 2000 compitió bajo las siglas del PCD por la jefatura delegacional en Gustavo A. Madero, en alianza con el PRD.

En medio de estos fundadores del PCD, destacan cinco perredistas con cargos relevantes: como Martí Batres, secretario de Desarrollo Social; Armando Quintero, en Transporte y Vialidad; Alejandra Barrales, en Turismo; Clara Brugada en la Procuraduría Social y Juan José García Ochoa, subsecretario de Gobierno.

Todos ellos, como parte de alianzas ente Ebrard y sus corrientes de origen.

En la visión de miembros de Nueva Izquierda, Ebrard llega sumamente débil al congreso, pues el equipo con que trabaja en el PRD sólo son Quintero y Batres.

Mientras que la alianza con la corriente de René Bejarano (Izquierda Democrática Nacional) está desmejorada, y en conjunto ninguno de sus grupos afines le da presencia nacional.

La estrategia

Desde el gobierno del Distrito Federal se dice que el mandatario local lleva al Congreso "ases" bajo la manga, y que recogerá frutos de una estrategia de posicionamiento interno basada en dos ejes.

Primero, las reuniones que hace al menos una vez por semana en la colonia Condesa para despachar asuntos del partido y donde todas las corrientes están invitadas, aunque nunca asiste Nueva Izquierda.

Segundo, la alianza con gente leal al ex candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, para conseguir la dirigencia del partido.

En esa lógica, Ebrard ha sido fiel a su juramento ante la Convención Nacional Democrática, en la que se decidió nombrar presidente legítimo de México a Andrés Manuel López Obrador, y desconocer a Felipe Calderón.

La relación del Distrito Federal con el gobierno federal está a cargo del secretario de Gobierno y las cabezas de despacho en cada ramo. Ningún oficio firmado por Ebrard ha sido dirigido a la Presidencia de la República y tampoco han permitido que comparta rúbrica con Calderón.

El mismo Ebrard asegura que nunca le verán con Calderón en la foto oficial o acto público y que nunca olvidará los agravios de la elección presidencial del 2 de julio.

En esas "vencidas" con Calderón, Ebrard ha salido bien librado, si se toma en cuenta que logró el refinanciamiento de la deuda capitalina y la intervención de Conagua para evitar una crisis por el mal estado del drenaje en la ciudad, sin necesidad de reconocer al Presidente.

Para el diputado local Agustín Guerrero, ése es el principal activo de Ebrard rumbo al Congreso Nacional: una actitud congruente que le da un liderazgo sólido

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