Ebrard o la agenda perdida del GDF
RazonesPor: Jorge Fernández Menéndez
Uno de los secretos del éxito político es lograr imponer la agenda propia a los adversarios. Lo hizo Salinas de Gortari a lo largo de su sexenio hasta enero de 94, cuando diversos actores, desde el EZLN hasta Manuel Camacho, pudieron imponer su propia agenda y terminaron desbarrancando a aquella administración. Ernesto Zedillo nunca consiguió imponerla plenamente, aunque pudo, entre 1996 y 1999, mantener un equilibrio considerable. Para entonces, la campaña de Vicente Fox puso al gobierno y al priismo a la defensiva y nunca pudieron recuperar posiciones. Pero Fox no logró, en todo el sexenio, imponer una agenda política.
Uno de los méritos de Calderón, desde el inicio de su gobierno, ha sido que ha conseguido imponer su agenda y llevar a los demás actores a seguirla. Lo ha hecho con inteligencia y sin forzar las cosas, utilizando la influencia natural de Los Pinos, y ha aprovechado que el priismo está midiendo aún hasta dónde pueden llegar sus fuerzas y el PRD ha perdido completamente la brújula. Quien ha pagado los costos más altos de esa pérdida de brújula y agenda es Marcelo Ebrard, el jefe de Gobierno capitalino.
Es verdad que la lógica en el PRD se comenzó a perder desde marzo del año pasado, en plena campaña electoral, cuando López Obrador se equivocó una y otra vez en el manejo de la misma, pero ello fue mucho más acentuado después del 2 de julio y, sobre todo, en el momento en que se instaló el plantón en la Ciudad de México: si un candidato, un partido y las autoridades emanadas de éste, castigaban de forma absurda a la ciudadanía que les había dado la mayor cantidad de votos en el país, ¿quién podía suponer que ello fuese aceptable para esa misma ciudadanía? A Alejandro Encinas le tocó el vergonzoso papel de convertirse, desde la Jefatura de Gobierno, en el testaferro de una loca estrategia política que le terminó de demostrar a la gente que la administración capitalina no estaba a su servicio, sino al del ex candidato presidencial. Un desastre político que dejó a Encinas con la popularidad por los suelos.
Marcelo Ebrard representaba la posibilidad de darle una vuelta de tuerca a esa historia. El peor perfil de Ebrard es cuando se presenta como un político contestatario y quiere aparentar ser un hombre de izquierda. No lo es: Marcelo en realidad es un liberal (un neoliberal, dirían en el pasado sus detractores, algunos de los cuales ahora son sus aliados), con experiencia en la administración pública y la operación política. Tenía, por edad, imagen y experiencia, las condiciones idóneas para establecer una sólida base de apoyo en el DF a partir de la obra pública y de la corrección de los innumerables errores y dispendios administrativos de la administración anterior. Para ello necesitaba establecer una agenda propia que debía pasar, necesariamente, por la relación con el gobierno federal, sobre todo si éste, a diferencia de su antecesor, sí tiene agenda y sabe cómo emplearla. Ebrard ha hecho todo lo contrario: en vez de mostrar al administrador eficiente y al operador político con experiencia, ha decidido parecer el seguidor más fiel de López Obrador y está repitiendo, paso por paso, los mismos errores que Alejandro Encinas, con los mismos costos políticos y de popularidad. Ebrard ha seguido casi sistemáticamente la estrategia que implementó con Camacho durante la gestión de éste en el DF, desde fines de 88 hasta fines de 93, se ha concentrado en la creación de espacios públicos (en la época de Camacho, mucho de ello pasó por los espectáculos) que, necesarios o no, eficientes o no, le dan cobertura e imagen al jefe de Gobierno. Como también lo hizo Camacho, busca apostar a ciertas obras públicas que se inscriban en la misma lógica, desde la recuperación de la Zona Rosa hasta las expropiaciones en Tepito. Pero Camacho y Ebrard, en aquellos años, tenían todo el respaldo del gobierno federal, porque esos planes no pueden realizarse en forma aislada. Hoy Ebrard rechaza ese apoyo.
Entonces esa construcción de espacios públicos choca con la estrategia política: no se puede impulsar la inversión en el centro de la ciudad y al mismo tiempo tolerar los plantones y los bloqueos cotidianos o un comercio informal que crece cada día más; no se puede impulsar la "recuperación" de la ciudad y dejar durante meses a los señores de los llamados 400 Pueblos exhibiéndose encuerados en Reforma. No se puede establecer un reglamento de tránsito estricto y tolerar a los miles de taxis y autobuses pirata. Pero, más grave aún: no se puede exigir, desde la concesión del aeropuerto hasta la conversión de la ciudad en el estado 32, cuando no se logra garantizar el orden público ni se quiere colaborar con el gobierno federal.
Un ejemplo lo tuvimos esta semana: el agua es clave para la viabilidad y el futuro de la ciudad. El gobierno federal ha tomado como suyos los planes que desde 1998 había presentado la Comisión Nacional del Agua para salvar de la crisis a la Ciudad de México y ha comenzado a operarlos. Y, esta semana, el presidente Calderón inauguró una de las obras importantes, aun cuando faltan muchas más, en el drenaje capitalino. Ebrard decidió no participar y tampoco estar en la reunión posterior de Calderón con los gobernadores perredistas. Calderón lo llamó a trabajar juntos para bien de la ciudadanía y el jefe de Gobierno tardó 24 horas en responder diciendo que ya lo estaba haciendo. Quizás sea verdad, pero como su actitud pública muestra otra cosa, nadie se lo cree. Javier Lozano lo había zarandeado ya por su resistencia a impedir los bloqueos en la ciudad. Ahora Miguel Ángel Yunes lo acusa de apoyarlos y financiarlos. Y Ebrard no puede responder porque las acusaciones son ciertas. No le queda sino seguir a la defensiva, porque su línea de sometimiento a López Obrador le impide tener las manos libres. En algún momento deberá decidir si quiere o no gobernar la ciudad.
Labels: Andrés Manuel López Obrador, Deslinde
1 Comments:
DEFINITIVAMENTE TIENES RAZON EN LAS LIMITACIONES Y LOS ANTECENDENTES QUE EL GOBERNATE DE LA CIUDAD E MEXICO POSEE, SIN EMBARGO LA PERSPECTIVA DEBE SER MUCHO MAS AMPLIA, CALDERON NO ES UNA UN BLANCA OVEJITA, SUS SERVILES COLABORADORES Y EL MISMO ESTAN INVOLUCRADOS EN LA APARCION DE ESOS 205 MILLONES DE DOLARES, SON UN GOBIERNO FRAUDULENTO, PREOCUPADO SOLO EN LOS INTERESES DE LOS EMPRESARIOS, NO TOMES PARTIDO QUERIDO CAMARADA, TODOS LOS PIBCHES POLITICOS SON IGUALES, DESDE NUESTRA TRINCHERA CIUDADANA NOS CORRESPONDE CRITICARLOS, NI AZULES, NI AMARILLO, NI VERDES NI MORADOS, ¿PRESIDENETE DEL EMPLEO?, JO´DE PUTA!
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